LA PIEL QUE HABITAMOS

Ante un estímulo exagerado, todos podemos llegar a responder como unos verdaderos sicópatas, ese desequilibrado mental, que se la pasa escondido habita bajo esta piel, bajo este pensamiento.                                                              O será mejor poner la frase  en medio de dos signos de interrogación…

La Piel Que habito, Narra la historia del Doctor cirujano Robert Ledgard, interpretado por Antonio Banderas,  que con una mente trastocada, a causa de una vida trágica, el suicidio de su esposa y la violación y posterior suicido de su hija, ve en Vicente (el violador de su hija), la puerta, el escape de su absurda agonía existencial, en el que descarga todas sus frustraciones y también sus sueños.

No puedo evitar mencionar en primer lugar (a causa de la impresión que me causó) la capacidad de narración por parte de Pedro Almodóvar. La mayor parte del film se desarrolla en El Cigarral, una casa campestre alejada de toda perturbación, pero que después, con el transcurrir de la historia, logra transmutar, reconfigurando la concepción del lugar, convirtiéndolo así en cárcel, laboratorio y cementerio, todo por el uso y las marcas que los personajes le dan al sitio. Llegando a revolver el estómago a los espectadores, sin la necesidad de mostrar imágenes repulsivas, tan solo con el manejo de la atmosfera, y de los personajes en este espacio. 

La Historia es completamente bizarra, pero refrescante para el cine. Este film es la cotidianidad el horror. El horror de no ser la persona que queremos ser, de la impotencia que suscita la condición de ser humano, del estar condenamos a una materialidad y una corporalidad, que delimitan parámetros de comportamiento social, que terminan por demarcar cada vez más nuestra figura, en el lugar correspondiente que debemos habitar en la sociedad. El querer volar, pero continuar pegado a la tierra, como le pasa a Robert, a lo que es condenada vera, a lo que muchos se someten.

La incapacidad de hacer lo que en realidad queremos. El que el Dr. Ledgard, casi que en ritual, elabore a su verdugo y termine su vida en el mismo

lugar que su esposa y a manos de ella, muestra su verdadero objetivo. 

Develando una vez más, la fragilidad del ser humano, la mentira que envuelve su vida social; en una nebulosa queda su sicópata y el mío, solo el estar al borde del abismo, parece despertarlo, que sea más o menos “humano”, eso no lo sé, pero tal vez sea el único que logre defenderlo de usted mismo, o mostrar lo que es usted, en una especie de, metamorfosis kafkiana.

Otro punto de discusión es como  el cine, puede plasmar  mediante una historia una realidad social, de la manera más artística y poco convencional, la función de poner sobre la mesa, temas que sucinten debate, además de plantear un ejercicio mental por parte del espectador, en la medida que reconfigura su entorno (poniendo en evidencia lo invisible), y generando identificaciones y apropiaciones que toma de la pantalla para incorporar a su vida. Parece ser esta la propuesta de  Pedro Almodóvar, en este largometraje, director ganador de 2 premios óscar, muestra una visión audiovisual  madura, claro está, que sin abandonar, sus escenas sexuales, bastante viscerales por así llamarlas, volviéndose casi que una característica de su trabajo como director, que nos plantea desde del mismo título, provocador y humano.

En pocas palabras, LA PIEL QUE HABITO son 120 minutos de cuestionamientos para el significado de ser humano.                        

                      Eileem Leandra Gutiérrez Carrillo